Historia del café

Historia del café

Los primeros cafetos se descubrieron en Etiopía y con anterioridad al siglo XIII. De sus mágicos efectos no hay otros antecedentes que los que se cuentan en las diversas leyendas existentes relacionadas con el descubrimiento del café. Una de ellas se refiere a un pastor llamado Kaldi que vivió hace muchos años en Etiopía y observó que sus cabras se encontraban alteradas cuando ingerían los frutos de un árbol salvaje. Kaldi lo puso en conocimiento de los monjes de un monasterio próximo, y éstos sintieron curiosidad y probaron los granos, observando que los mantenía más horas despiertos. De esta forma los monjes comenzaron a tomar la bebida de café cuando debían de pasar la noche orando.

Aquella planta era hermana de otra encontrada en Yemen, país vecino de Etiopía, donde con el tiempo se obtuvo la famosa clase de café moka, nombre que tomó del puerto de Arabia, en el Mar Rojo, por el que aquél se exportaba.

Linneo dio el nombre botánico de Coffea Arabica a la especie de cafeto que encontró en Arabia y que, posteriormente, se extendió a otros continentes.

Al parecer, el cultivo del café se inició en Yemen en el año 575, aunque no fue hasta el siglo XII cuando se comenzó a tostar su grano. En los siglos XV y XVI fue cuando alcanzó gran escala y en el XVII cuando los franceses y holandeses lo iniciaron es sus colonias.

La primera noticia de la existencia del café en Occidente, sin embargo, parece ser que fue conocida en Venecia en 1585, a través del relato que hizo Gianfranco Morosini, magistrado consular en Constantinopla, al senado de aquella República, según el cual «los turcos bebían determinada agua negra, tan caliente como podían resistir, a partir de la infusión de una baya llamada cavé, a la que se atribuía la propiedad de estimular el ánimo y el vigor del género humano».

En 1723 los franceses fueron los que llevaron el café a América. El cultivo del café, que tomaría carta de naturaleza entre los suyos más característicos, y le daría el prestigio universal que actualmente tiene y en cuyos países iberoamericanos se da su mayor y más cotizada producción.

Durante el siglo XVIII se extendió por casi toda Centroamérica ( Antillas españolas, Costa Rica, Colombia, Cuba,… ), y no sería hasta principios del siglo XIX cuando llegó a México. Ya en pleno siglo XX se unieron El Salvador, África Central y Oriental, así como Hawai, Indochina y California al cultivo del café dando lugar a la creación de una potente rama de esta especialidad agrícola.